divendres, 11 de juny del 2010

Los refranes

Buenas noches. Traigo un humor de perros. Vengo de un bar donde me he encontrado con un camarero refranero, ¡Tela marinera! Diez minutos ha tardado en traerme un café y cuando le digo: ¡Hombre, ya era hora!. El tío me suelta: Más vale tarde que nunca. Y entonces me fijo...: Oiga, aquí hay un pelo.... Y me suelta: Bueno, ¡donde hay pelo hay alegría, hombre!. Joder, qué alegría ni que leches, haga el favor de ponerme otro café y se dé un poquito de vidilla que me tengo que ir. Y me contesta: Bueno, bueno, vísteme despacio que tengo prisa...Oiga, ¿Me va a contestar a todo con refranes? Ya sabe, hombre refranero, medido y certero. ¿Certero? Pues me está usted tocando un poco las tres de la tarde, la verdad... ;El que se pica ajos come...
¡Joder, qué brasa! Que se me han quitado las ganas de café y de vivir y de todo... Y todavía cuando salgo, para rematar la faena me dice: A enemigo que huye, puente de plata. Nada, que no hay quien pueda con un refranero. Y es que cuando la gente dice un refrán, se cree que está diciendo una verdad indiscutible. Y, me van a perdonar, pero no es así.
Siempre se ha dicho que los refranes son anónimos, pero yo creo que no es difícil saber quien los ha hecho, es más, estoy convencido de que están hechos por una sola persona. Un hombre, para más señas. Y analizándolos, hasta podría hacerles un retrato robot del individuo: Para empezar, estaba como una cabra. Porque algunos refranes no tienen ningún sentido. Explíqueme éste: Cabeza gorda, ojos hermosos ¿Cómo que cabeza gorda ojos hermosos? Eso es mentira. No hay más que ver a Pujol...
¿Y éste? Va uno y dice... Al revés te lo digo para que me entiendas... Pero bueno ¿Tú eres gilipollas? Dímelo al derecho y te entenderé. El inventor de los refranes o era tonto o tenía más morro que un oso hormiguero. Se inventaba un refrán, pero siempre tenía otro preparado por si le pillaban: ¿Qué se quería ir a hacer footing? A quién madruga Dios le ayuda... ¿Qué se le pasaba la manía del footing? No por mucho madrugar amanece más temprano... ¿Qué le daba por acostarse pronto? A las diez, en la cama estés... ¿Qué se le pasaba la manía de acostarse pronto? Quien mucho duerme, poco vive... Y arreglado. En fin, que a mí me descoloca.
Con el amor también se contradice: Contigo pan y cebolla. Pero luego tiene otro refrán: Tanto tienes, tanto vales, que esto me lo creo más. Porque, tú vas con unas stock options a una discoteca y ligas con la que te dé la gana... Ahora, ¡Vete tú con una barra de pan y una cebolla y verás lo que te comes...! Como no te comas la cebolla...
Además, no creo que él estuviera muy puesto en este tema, y digo él porque estoy convencido de que es un hombre. Sobretodo teniendo en cuenta que hay un refrán que dice El hombre y el oso, cuanto más feo más hermoso ¿Cómo creen ustedes que sería el tío éste? ¿Guapo o feo? ¡Pues feo! ¡Por eso se inventó el refrán! El tío tenía que ser un regalito. Cabeza casposa, poco piojosa ¿Pero será desagradable?...
Eso sí, luego era delicado, no se crean que le gustaba cualquiera... A la mujer, le pedía unas condiciones imposibles: Teta que la mano no cubre, no es teta, que es ubre y Teta que baila en la mano, no es teta que es grano. Vamos, que tenían que tener las tetas homologadas... Como un casco de moto.
El tío tenía muy claro lo que le interesaba de las mujeres: A las mujeres y al papel, hasta el culo le has de ver... Que no me parece a mí, una forma de presentarse... Buenos días, ¿Me enseña usted el culo?... Y no acaba ahí la cosa. ¿En qué otra zona se fijaba?... Tira más pelo de coño que maroma de barco... . ¡Hala! ¡Este tío era un enfermo!.
Otro dato que conocemos del inventor de los refranes, es que no debía tener muy buen concepto de Dios, porque lo pone de vuelta y media: Dios da legañas al que no tiene ojos, Dios da mocos al que no tiene pañuelos. Vamos, que Dios no da ni una. Ya podría hacer un cursillo antes de ponerse a repartir a tontas y a locas. Pero éste es el peor: Dios da nueces a quien no tiene muelas ¡Hombre, eso ya es mala leche!.
Y para demostrarles que los refranes no tienen ni pies ni cabeza, les voy a decir unos que he encontrado en el refranero y que me han dejado totalmente alucinado: Chocolate y agua fría cagalera a medio día ¡Ole! A una mujer bigotuda, desde lejos se saluda ¡Venga! ... Y mi favorito: Al que no está hecho a bragas, las costuras le hacen llagas ¡Toma ya!.
Después de lo visto, está claro que el tío era un impresentable y que la mayoría de los refranes los hacía sólo porque rimaban... En agosto frío al rostro... Claro, como rima, pues ya está... Así cualquiera hace un refrán... Yo mismo: En enero, aquí te espero, En octubre... pon la lumbre y En mayo... cuídate el callo ¡Mira como Julio no tiene refrán...! ¡A ver quién le busca una rima a Julio!. Les dejo que lo piensen. Buenas noches.

divendres, 4 de juny del 2010

¿QUÉ PASARÍA SI LOS HOMBRES SE QUEDARÁN EMBARAZADOS?

Dicen que la población está envejeciendo. Los políticos piden niños, no hay más que ver la que se ha montado con el primer niño del milenio, que menuda paliza nada más nacer... Pues no es por culpa de las mujeres, nosotras ya hacemos lo que podemos, de hecho parimos, aunque tal y como está el empleo ponte a pedir bajas maternales... Por eso yo creo que si quieren que haya más niños, que los hombres también se embaracen. Auque no sé si eso solucionaría el problema, porque... ¿se imaginan lo que pasaría si los hombres se quedasen embarazados?

Por ejemplo, está claro que los hombres son unos flojos. No soportan el dolor. Así como las mujeres aguantamos casi hasta el último día yendo a trabajar, ellos, con lo quejicas que son, en el momento en que les diera positiva la prueba entrarían amarillos en el despacho del jefe con al rana tiesa en la mano:

- Mire, mire cómo estamos... Deme la baja, que ya tengo náuseas,

vengo vomitando desde el laboratorio por la ventanilla.

Cuando estamos embarazadas, ellos saben que no pintan nada,

pero como se empeñan en agradarnos, no paran de hacernos

preguntas:
- ¿Qué tal te encuentras?
- Muy bien, estoy fenomenal.
- ¿Pero te encuentras bien de verdad?
- Sí, mi amor, ya te lo he dicho...
- Es increíble lo bien que te encuentras, ¿verdad?

- Que sí, que estoy bien... no te preocupes, no me pasa nada.
Al final eres tú la que acabas tranquilizándole a él.

Si los embarazados fuesen ellos, las respuestas serían distintas:
- Antonio, ¿qué tal estas?
- Jodido, yo creo que estoy perdiendo hasta la vista.
- Pero, ¿tan mal te encuentras?

- Fatal, me quedan dos telediarios. Vas a tener que criar a nuestro

hijo tú sola.
- Es increíble lo mal que te encuentras, ¿verdad?
- Y lo que me callo, pa’ no asustarte, que la procesión va por dentro.

Total, que al final también le acabas tranquilizando tú.

Las mujeres, cuando estamos embarazadas, tenemos antojos porque se nos agudiza el sentido del olfato. Puedes oler las palomitas del cine que está en la otra manzana, o el marisco a la plancha del bar que está dos calles más abajo:

- Quiero marisco.

Y te lo trae, porque ya saben eso que dicen, que si no te conceden un antojo luego al niño le sale en el cuerpo, y claro, él no quiere que el niño nazca con cara de gamba, aunque luego sea el más gamba de su clase...

Si los hombres se quedasen embarazados sus antojos serían distintos. Con lo simples que son, se despertarían a medianoche diciendo:

- ¡Quiero una Black & Decker! ¡Necesito hacer agujeros, ya!

Y tú se la traerías, porque no te gustaría que el niño naciese con la

nariz retorcida como una broca.

También cambiaría la preparación al parto. Las mujeres no tenemos problemas con eso de tirarnos al suelo. Y respirar ahora sí, ahora no durante horas y horas. A los hombres en cuanto les dijeran: “Vamos a hacer ejercicios de relajación”, se sentarían en una mesa y sacarían el dominó:

- ¡Venga, pito doble!

Una pregunta: con la tripa que tienen ya algunos hombres, ¿cómo se les pondrá cuando estén embarazados de treinta y dos semanas? Como un dirigible. Más de uno en vez de romper aguas, romperán cerveza.

Otra: ¿se moverá el niño más en el vientre del hombre? Seguro que sí, sobre todo cuando se pongan a roncar. ¿Cómo va a saber el niño que tiene que hacer tsk, tsk, tsk, para detener el terremoto?

Y una última pregunta: ¿qué harán los hombres cuando sientan las pataditas del bebé? Las mujeres nos emocionamos y decimos: “Mira, mira, se ha movido.” Ellos directamente cantarán el gol: “¡Gol! ¡Gol de mi chico!”.

Y, en vez de ponerle música clásica para que el niño salga más

inteligente, pondrán el Carrusel Deportivo:
- Es que así se relaja el niño, es oír el gol en Las Gaunas y se queda
como una malva. ¡Esto sí que es un clásico!

Una de las cosas que más cambiaría sería el cochecito. Nosotras, que somos más prácticas, el único accesorio que le ponemos es una sombrilla, por si hace sol. Los hombres no soportarían comprarse algo que incluyese la palabra “coche” sin llenarlo de chorradas. Seguro que los venderían en los concesionarios. Se pondrían insoportables: - El mío tiene radio extraíble, es descapotable y lleva llantas de aluminio, y un alerón... No habría ningún cochecito sin alerón. Luego habrías que verles, picándose en el paseo y haciendo adelantamientos, y el pobre niño con cara de velocidad.

Y el colmo: si a los hombres ya no hay quien les soporte cuando se ponen a contar su mili en plan fantasma... para aguantarlos contando el parto:

- ¡Bufff! Lo mío sí que fue un parto con dolor. Se había acabado la epidural, la matrona y el médico sentados encima de la tripa porque llevábamos cinco horas y nada. El niño intentándolo hacia arriba, que ya estaban pensando en sacármelo por la boca. ¡Todos atacaos! Y yo: “Tranquilos; a ver, dame la tijera que me voy a hacer la cesárea...”. Tras, tras, unas puntaditas... y así que salí andando del quirófano, con mi niño en brazos, que se quedaron alucinaos.

En fin, que pensándolo bien, prefiero parir a mi hijo antes que tener

que aguantar a un hombre embarazado.